No quería escribir sino hasta que estuviera todo listo para contarles todo sobre mi nuevo libro que debe estar llegando pronto a librerías. Sin embargo, hoy subiendo a la quebrada de la vieja, iba oyendo a Dan Miller en su podcast he hizo una reflexión que no puede esperar. El hablo sobre la forma como enmarcamos nuestras historias y como es nuestro “mindset”, como está configurada nuestra mente. El da su ejemplo (corto porque no tiene sentido repetirlo):
Niño pobre que no tenía nada y nadie le ayudo para ir a la universidad.
Niño con un potencial muy grande que hacia lo máximo con lo que tenía y aprendió a apreciar las cosas simples de la vida.
Ese niño es Dan Miller, adivine cual es la historia que cuenta. Porque la vida es de percepciones, el mundo no es como es, sino como lo quiera ver. Hay gente que se queda en el primer cuento. Les doy un ejemplo más de los míos, con una cliente de coaching actual. A ella le acaba de terminar el novio y esta enamoradísima. Van las historias:
Perdí la oportunidad de ser feliz, se fue la persona que realmente amo, la única con la que puedo hacer una vida completa. Ahora estoy sola. Nunca voy a conocer a alguien como él, pues él era perfecto para mí, teníamos estilos de vida similares y queríamos lo mismo de la vida. Nos amábamos y yo daría todo por él. Era de la estatura que quería e inclusive bailábamos todo el día. Nunca conseguiré a alguien igual. Moriré sola.
Se ha terminado una relación muy bonita de mi vida. Lo amo y aunque lo extraño, entiendo porque no estamos juntos. Celebro el hecho que nos conocimos y pudimos disfrutar el tiempo juntos. Sí, me duele, pero no puedo aferrarme al pasado. La felicidad es una decisión y decido vivir el presente. Gracias a el aprendí lo rico que puede ser la vida y me mostro que si puedo tener una relación como la quiero. Comprendí mis errores, mi orgullo y en las cosas que necesito mejorar para cuando este con otra persona. Gracias a él, desapareció el fantasma de mi exnovio. La persona que compartiré el resto de mi vida está en camino y gracias a esta relación que termino, sé que puedo querer y sé que me pueden querer.
¿Qué tal? Son dos mundos diferentes, pero es la misma situación. Lo único que cambia es la actitud y la percepción con la que miramos las cosas. No estoy diciendo que sea fácil. Mi cliente está sufriendo, pero tiene esperanza y sonríe. No se trata de esconder. Se trata de apreciar lo bonito de la vida, aun en las peores situaciones. Espero que les guste. Perdonen por no escribir con ritmo, no hay excusa. Tengo muchos correos de preguntas que me han enviado, antes de novenas los contestare por acá. Sin embargo, el próximo blog será del libro. Gracias a todos.
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