Vi esta publicación en Facebook y me deslumbro. Como emprendedor y profesor de emprendimiento, me impacto la claridad del mensaje y el valor del contenido de este escrito. Por eso se lo recomiendo. Lo puede encontrar en su versión “original” en: https://medium.com/@vanessawilbat/como-el-haber-renuciado-a-mi-empleo-corporativo-para-crear-mi-propia-empresa-me-jodio-la-vida-f359845e213a Hasta que por fin recibí el SMS: «Mañana a las 05:00 a. m., vuelo AZ610 de Roma a Nueva York». Un SMS que llegaba a mi BlackBerry los domingos en la noche solía decidir mi destino y el cliente de la semana que estaba por comenzar. Yo trabajaba para una de las tres firmas globales principales de consultoría estratégica. Una vida empacada en una maleta. Una vida de consultor donde te pierdes de todo y de todos, salvo las hojas de cálculo de Excel. Una vida de negocios extravagante, para la que nos preparan como esclavos ideales las escuelas de negocios más importantes, cuyos títulos estamos orgullosos de poseer. Después de dormir unas cuantas horas, el conductor privado me llevaría al aeropuerto Fiumicino de Roma para tomar mi sofisticado vuelo en clase de negocios a Nueva York. Al llegar, me registraría en un hotel cinco estrellas de lujo, y de ahí me iría a la oficina de mi cliente. ¿Y el salario? También era elegante. La compañía estaba orgullosa de estar entre las más generosas de la industria. Mis padres Había algo sobre esta vida de consultor que no me llenaba. Ya no podía soportar más esta vida de mi*rda, y llamé a mis padres un día: «Papá, mamá, acabo de renunciar a mi trabajo. Quiero empezar mi propia empresa». A mi mamá casi le da un ataque cardiaco. No era lo que una madre perfeccionista quería escuchar después de haberme empujado a graduarme de las mejores escuelas de negocios del mundo, con las mejores calificaciones. Traté de calmar su angustia. No lo logré. «Mamá, lo odio. Todos estos consultores están fingiendo ser feliz y toman píldoras de la felicidad. Duermo solo tres o cuatro horas al día. Todos esos beneficios que la empresa me prometió no existen. ¿Recuerdas el lujoso hotel cinco estrellas? Trabajo casi veinte horas al día y ni siquiera lo disfruto. ¿Desayuno suntuoso? Nunca tenemos tiempo para eso. ¿Almuerzo, cena opulenta? Es solo un sándwich frente a nuestras hojas de cálculo de Excel. »Oh, por cierto: durante el viaje entero, en lugar de disfrutar de una copa de champán, también clavo los ojos en hojas de cálculo en los vuelos en clase de negocios. ¿El salario maravilloso? Nunca tengo tiempo para gastar un solo centavo. »Odio mi vida, mamá, es la vida de un perdedor. Ni siquiera me veo con mi novia. No puedo fingir más. Quiero empezar mi propio empresa». Mis padres se habían jubilado después de trabajar por años de 9 h a 17 h como empleados del gobierno, en puestos seguros y aburridos. Sabía que viniendo de una familia sin antecedentes empresariales sería difícil explicarles mi situación; lo que no me esperaba fue la llamada de la mañana siguiente. Era mi mamá en el teléfono: «Y cuéntame, ¿cómo va tu negocio? ¡¿Sí está creciendo?!» No importaba qué dijera; no pude hacerle entender que una empresa necesita más de un día para crecer. Novia, amigos y círculo social Tenía la novia más comprensiva del mundo. Dicho esto, había llegado el momento de compartir la noticia con mis amigos, los cuales se hallaban ocupados ascendiendo los escalones de sus carreras en el exclusivo mundo corporativo. Les dije a todos que acababa de dejar mi trabajo para seguir mi sueño de iniciar mi propia empresa. Algunos de mis amigos se fueron alejando poco a poco, probablemente porque pensaron que andaba mal de la cabeza ya que era el segundo trabajo «de ensueño» que dejaba en un corto período de tiempo. Aunque el resto de mis amigos me apoyó, había, sin embargo, algo extraño en mi relación con ellos: Pronto me di cuenta de que estaba evitando las reuniones sociales. Cada vez que me reunía con esos amigos, no tenía mucho que contar cuando me decían, una y otra vez, cosas como «Oye, ¿cómo va tu empresa? Vas a ser el próximo Zuckerberg, ¿no?» y «Hombre, estamos muy orgullosos de ti y estamos segurísimos de que pronto llegarán los inversionistas». El crear mi propia empresa fue un viaje largo y estaba sometiéndome a una presión inmensa al darle tanta p*ta importancia a la opinión de los demás. Con el paso de los días, empecé a sentirme más solo y deprimido pues evadía las situaciones sociales. Mi compañía no progresó tan rápido como mi círculo social se imaginó que lo haría, y ya estaba harto de explicarle a la gente que tomó años para que empresas como Facebook y Twitter llegaran a donde hoy están. El único lugar en el que me sentía cómodo era cerca de mis pocos amigos empresarios. Era cierto, solo un empresario puede entender a un empresario. Dinero, dinero, dinero Como si la presión social y la soledad no fueran suficiente, me enfrentaba ahora a la madre de todas las aflicciones: me estaba quedando sin dinero mucho más rápido de lo que había imaginado. Esto afectaba mi productividad y la capacidad para tomar decisiones correctas. Entré en pánico y estaba desesperado por tener éxito y ganar dinero. Hasta tuve que pedirle a mi novia unos cuantos centavos un día porque no tenía dinero para comprar una botella de agua. No sabía que era solo el comienzo de una vida muy difícil, llena de altibajos… Hoy en día Ya no más drama: han pasado más de dos años desde aquellos días. Ahora estoy escribiendo este blog desde un hermoso centro vacacional en Phuket, Tailandia, mientras disfruto de un mojito. Un momento, no los estoy engañando. Y no, no soy el fundador de una empresa que se hizo millonario. No obstante, mi compañía produce un flujo de caja constante que me permite viajar por el mundo y trabajar desde donde haya wifi. Sin embargo, hay cinco cosas que hubiera querido preguntarme a mí mismo antes de haber iniciado este penoso viaje; cinco preguntas que considero todo futuro empresario debe responder antes de dar el primer paso hacia su propuesta empresarial:
1. ¿Estás preparado para afrontar la presión social?
Cuando uno tiene amigos y familiares que no son empresarios, estos no entienden realmente lo que uno está tratando de alcanzar, y la presión del resto de allegados será aún mayor. Me importaba demasiado lo que la otra gente opinara de mí: tanto, que arruinó mi vida. Era muy exigente conmigo mismo y me castigaba con largas horas de trabajo para poder anunciarle al mundo sobre mi éxito lo más pronto posible. Hasta que llegó el día en que me di cuenta de que a nadie le importaba un bledo lo que hacía. Entonces, ¿por qué debería importarme a mí? Te reduces a los pocos segundos de atención que otra gente le dedica a leer un estado que publicas en Facebook. En 2014, nadie tiene tiempo de preocuparse por los demás en un mundo tan atestado y bullicioso. Si te desvela lo que otros piensan de ti, desperdiciarás tu tiempo tratando de demostrar que eres exitoso en lugar de enfocarte en tu empresa emergente. Abre los ojos. Yo abrí los míos un poco tarde.
2. ¿Eres soltero/a o tienes una pareja que te apoya incondicionalmente?
A medida que crecemos, compartimos más tiempo con nuestra pareja que con nuestros amigos o familiares. Aunque tuve la suerte de tener una novia increíble, era triste ver cómo muchos de mis amigos emprendedores se separaban de sus novias a lo largo del camino. Tener tu propio negocio es duro: mucho más difícil de lo que pude haber imaginado. Andas hecho mi*rda con un millón de cosas en la cabeza que nadie, ni tu novia, podrá llegar a entender jamás. Si no eres soltero/a, asegúrate de que tu pareja entienda que es normal que a veces no se tenga la mentalidad ni para un simple beso. Sí, para un beso con lengua como debe ser.
3. ¿Tienes suficiente dinero en efectivo que te dure por lo menos un año?
¡Bien! Ahora multiplica esa cantidad por lo menos por tres porque vas a agotar tus ahorros más rápido de lo que crees. Habrá muchos gastos imprevistos: abogados, contables, iPhones o computadores rotos, etc. Prepárate para un departamento más chico, porciones más pequeñas de comida y a contar los centavos (que jamás en tu vida habías valorado). En los meses justo antes de que se te acabe el dinero, las cosas se tornarán especialmente difíciles y la presión aumentará tan drásticamente que no podrás conciliar el sueño. El éxito llegará a pasos lentos, y el dinero se esfumará con rapidez. Debes ser inteligente; empieza a planear desde el primer día.
4. ¿Estás listo para dormir solo unas cuantas horas al día?
Una vez librado del mundo de la consultoría empresarial, pensé que iba a cumplir mi sueño de poder trabajar cuando yo quisiera; eso fue hasta que leí una cita de Lori Greiner: «Los empresarios están dispuestos a trabajar 80 horas a la semana para evitartrabajar 40». Gracias por la foto, Ian, el fotógrafo increíble.http://ianmurchison.com Todo comenzó cuando empecé a despertarme varias veces a la medianoche. Al principio era porque estaba muy emocionado por mis ideas y porque tenía muchísimas. No podía esperar a que se hiciera de día para empezar a trabajar. Luego llegó la etapa de la exageración. Trabajaba demasiado porque nunca me bastaba lo que hacía para desarrollar mi idea, y quería hacer más. Sin embargo, cuanto más trabajaba y más tarde me iba a la cama, más difícil se me hacía quedarme dormido y peor era la calidad de mi sueño. A consecuencia de esto, por lo menos dos o tres días de la semana eran improductivos. No te dejes engañar por la increíble foto de Instagram de arriba. No creas el bombo publicitario de que quienes empiezan sus propias empresas se hacen millonarios. Entre bastidores hay días muy dolorosos, noches sin dormir y rechazo y fracaso constantes. El camino hacia el éxito es largo. Muy largo. A veces, demasiado largo.
5. ¿Cuál es tu definición de éxito?
Cada uno de nosotros tiene prioridades diferentes en la vida. Para mucha gente el dinero es la número uno de la lista, mientras que el equilibrio entre el trabajo y la vida personal es imprescindible para muchos otros. Por tanto, la definición de éxito es distinta para todo el mundo. La complejidad de tu recorrido se verá afectada dependiendo de cuál sea la definición que tú le des. Si lo que buscas es el dinero y el reconocimiento del público, es muy probable que afrontes momentos difíciles en tu trayecto. Recuerda las sabias palabras de Hemingway: «Es bueno tener un destino al cual viajar; pero es el viaje lo que cuenta al fin y al cabo». Los empresarios exitosos no son necesariamente aquellos que recaudan millones en las rondas de inversión. Recuerda, son uno en un millón. Hay, sin embargo, miles de soñadores en el mundo que logran dar arranque a sus empresas emergentes o que viven muy cómodamente trabajando para sí mismos y nunca llegan a los titulares de las noticias de la tecnología. No importa qué tan j*dido te deje tu nueva empresa o cuán difícil sea, disfruta el viaje y sigue tu pasión. Tony Guskin lo explica perfectamente: «Si no construyes tu sueño, alguien te contratará para que le ayudes a construir el suyo». Ponte en contacto conmigo por Facebook o por Twitter: @meseali Si disfrutaste mi artículo, significaría mucho para mí si lo recomiendas o lo compartes.
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