A veces pensamos que la carrera que escogimos y que finalmente estudiamos, definirá nuestro rumbo laboral. Pues le tengo noticias… ¡No necesariamente! Conozco matemáticos que ahora se dedican a la repostería, administradores que prefirieron ser fotógrafos, diseñadores gráficos que ahora son administradores e incluso ingenieros químicos que ahora son docentes en colegios. Así que lo que estudiemos es simplemente una profesión, pero no necesariamente una carrera. En ocasiones nos dejamos llevar por lo que nos apasiona e incluso escogemos qué estudiar, basándonos en este único aspecto y como dijimos en el artículo anterior, nos esforzamos y sacrificamos por ello, pero no precisamente logramos los resultados que deseamos, y es así como nos frustramos. Olvidamos que además de la pasión, es necesario tener talento para aquello que hemos escogido. Por eso, recuerde: “Sus experiencias y el conocimiento que tiene ya le han dado campo ganado”, devuélvase a tiempos más antiguos y lea “La Parábola de los talentos” (Mateo 25:14–30) . Conocernos y encontrar todas aquellas vivencias que han hecho de nosotros quienes somos ahora (sin importar en qué momento de su vida esté, ¡NUNCA es tarde!), nos dan la capacidad de descubrir nuestras competencias, sumado a esto, lo que hemos estudiado y la preparación que hemos tenido nos permiten descubrir nuestros talentos. Todo empieza a ser como una melodía, empezará a encontrar las cosas que sabe hacer (conocimiento), aquello que puede hacer (competencias blandas) y usted qué es (sus valores); refuerce todo esto, preguntándole a su entorno y se sorprenderá de todas aquellas cosas de las cuales usted no sabía de usted mismo, o más bien no se había dado cuenta.
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