La vida nos está retando constantemente. Por ello, es normal que en el camino debamos hacer cosas que nos gustan y otras que no tanto, pero que si queremos llegar a ese estado o lugar que tanto deseamos, debemos ponernos una armadura y salir a enfrentar al mundo. El truco está en la actitud con la que tomemos las cosas, no siempre es fácil, pero es necesario encontrar aquello que nos hace levantarnos para lograrlo. Aun cuando este es el escenario ideal, ¡No todos somos así! Existen tres tipos de personas cuando se trata de enfrentar un obstáculo, un reto o un fracaso:
La victima: Siempre se pregunta ¿Por qué a mi? Vive pegado al pasado y culpa a otros por su situación. No reconoce su responsabilidad frente a las circunstancias, cree que él/ella está bien como es, por lo tanto, no tiene la capacidad de mejorar, ni de desarrollarse.
Me da todo igual: Por encima pareciera no importarle, pero a la hora de la verdad, le importa y mucho, solo que no lo demuestra. Vive en una miseria divina constante, bajo el precepto de: “esto es lo que me mandaron, esto es lo que tengo que hacer”. A pesar de que hace las cosas, no ve el potencial de hacerlas, por lo tanto, no ve hacia donde puede ir.
Esto no me va a quedar grande: Este tipo de personas se responsabiliza de los acontecimientos y de esta manera cuando debe enfrentar situaciones como las ya mencionadas, se hace tres preguntas: ¿Cuál es mi oportunidad de acción? ¿Cuál es mi aprendizaje? ¿Para qué estoy haciendo esto? Tiene una percepción positiva de la vida, sin importar las circunstancias y por eso: ¡si la vida le da limones, hace limonada!
¿Cuál de estas personas es usted? ¿Cuál quiere ser ahora?
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